Todos tenemos metas personales que nos hacen trabajar duro y superar los obstáculos que nos pone la vida. Algunos desean subir el monte Everest, otros comprarse una casa y otros quieren generar riqueza laburando generaciones para conseguirlo. Diego es un lojano que viene de un hogar humilde y en este último mes, a sus 53 años, logró recorrer Europa como mochilero. En esta historia te contamos como lo consiguió y cuales fueron sus motivaciones para lograrlo.

De una casa de 7 hermanos en Catamayo, un pequeño cantón de la provincia de Loja viene Diego. Está en la tanda de los del medio en aquella familia que conoce la necesidad y las carencias económicas. “Yo sé lo que es pasar hambre” dice Diego, sin embargo, sus padres le enseñaron a trabajar desde muy joven. Todos los hijos trabajan para apoyar en la compra de la comida diaria. Diego empezó desde pequeño vendiendo helados en un parquecito del pueblo. Su padre trabajaba comprando casas viejas y revendiéndolas ya arregladas y su mamá pelaba pollo y chanchos, entre otras ocupaciones.
Creciendo le entraron ganas de ser policía. Veía a las autoridades y le llenaba de orgullo llegar a casa un día con medallas y el título de coronel. Soñó en grande y comenzó a trabajar en las minas para pagarse los estudios en Quito. Sus padres lo apoyaron y le mandaban recursos cada vez que podían. Ya en Quito lo acogieron sus familiares. A pesar de los esfuerzos de Diego por seguir su carrera soñada no pudo alcanzar el final de la meta. Al momento de hacerse los exámenes médicos para ser aceptado en la policía supo que tenía la columna desviada por escoliosis vertebral. Tuvo que renunciar y soltar sus deseos de infante por ser un policía.

Las experiencias le enseñaron resiliencia y ya conocía cómo conseguir dinero desde la derecha: trabajando duro. Fue camionero, mesero, minero, lustrador de zapatos y más oficios. Se interesaba por el mundo de la publicidad, pero no empezaría a estudiar su carrera universitaria hasta más tarde, cuando ya casado y con tres hijos decidió sacar una licenciatura en comunicaciones. El título le sirvió para mejorar un pequeño negocio que comenzó antes de publicidad. GraficLaser fue la empresa que montó muy joven y en la que trabajó día y noche. Con esta pudo conseguir el dinero para comprar una casa para su familia y tener las comodidades necesarias para una vida digna.
Años de picar piedra le ha permitido alcanzar sus más grandes metas. Un tiempo decidió que se subiría el Cayambe. Sin importar la preocupación ni el miedo lo alcanzó. No pudo creérselo cuando sentía que podía tocar las estrellas en ese punto tan alto de aquel nevado. “Todo está en la mente”, dice que tuvo que repetirse en cada paso hacia la sima, cada intento que dolía y cansaba, pero que al final lo llevarían a la cima. Luego de un par de años le entró la curiosidad por hacer el camino de Santiago de Compostela. No se lo creyó cuando lo cumplió.

La aventura comenzó en su escritorio, cuando tuvo que planificar todos los detalles del viaje, la visa, los vuelos, los transportes en metro. La incertidumbre llegaba, no sabía los lenguajes de los países a los que iría ¿qué pasaba si se perdía un día en el metro o entre esas abundantes calles?, si lo atracan sigue siendo nadie en tierras extranjeras, un desconocido. Tras la presión de ir con los ojos bien abiertos para que no le pase nada y las vagas advertencias de que la gente allí es fría, Diego solo piensa en superar la meta, terminar el camino. El recorrido fue largo y su viaje duró casi un mes.
Salió a finales de mayo y regresó el 19 de este mes. Antes de llegar a Compostela se paseó por gran parte del Viejo Mundo. “A donde iba tenía quien me recibiera”, dice Diego con gozo de saberse una persona querida a lo internacional. Tenía primos, amigos y conocidos allá. Incluso la familia de un sumo sacerdote lo recibió en la fría Suiza, donde fue a ver los Alpes suizos. Cuando llegó a España un amigo lo fue a ver a Zaragoza, y al regresar del paseo continental lo regresó al aeropuerto donde lo despidió llorando. ¿Cómo le hace uno para ser tan querido? me pregunto, y él parece entenderlo poco, se lo atribuye a contar con la gracia de Dios.

Pasó por varios países antes de hacer el camino de Compostela, entre ellos España, Italia, Francia, Suiza, Alemania, Holanda. Se paseaba con su mochila en las ciudades, durmiendo en la casa de huéspedes, cuando tenía conocidos, si no en los trenes y aereopuertos. Le gustaba la mayoría de las cosas que veía, platos que no había probado y culturas en las que no se había sumergido. Se sorprendió en París, como ejemplo, cuando al frente de la Torre Eifel, cuando un grupo de personas reproduce una música electrónica “rara pero movidita” en sus propias palabras, con la cual empezaron a hacer movimientos lentos y expresivos, pero cunado la música hacía un contraste fuerte con partes de choque, la gente movía el cuerpo expresando el impacto frenético, “como si estuvieran electrocutados” No entendió, pero le gustaba verlo.
“Me quedo con mi Ecuador” todo es más abundante, la gente es cariñosa y servicial en pocas palabras. Diego conversaba con conocidos que en su momento emigraron a Europa en búsqueda de un mejor futuro. “No vale la pena, me quiero regresar me decían” y es que Diego expresa que el costo de vida es muy alto y los sueldos básicos apenas alcanza para sustentar una vida en una pequeña habitación y comida suficiente. No es calidad de vida le solían manifestar en una mezcla de nostalgia y sentido de amor a la madre patria.

Al momento de hacer el camino hay varias longitudes, dependiendo del tiempo con el que quieras hacerlo. Hay uno del mes completo, otro de 5 días, el cual hizo Diego. 30 km diarios bajo el sol y la lluvia, durmiendo en albergues y comiendo poco. “Un solo guineo llega a costar 1,5 euros” dice mientras compara la realidad con Ecuador, en la que por más de la mitad de esa cantidad consigues muchos guineos. A pesar de lo difícil reconfortaba conversar con otros peregrinos, devotos o no al santo, que hacían el camino para buscar consuelo o una respuesta a sus problemas. Entre los que conoció había hombres en despecho, problemas amorosos, crisis de fe, entre pobres y ricos todos se juntaban para cumplir una misión, acabar el camino. Al final lo logró.
Lo primero que lo vislumbra cada vez que logra una meta extrema es en sus hijos y esposa que ama mucho. Él siempre piensa “todo es posible si te lo imaginas” y expresa que una clave es saberse apoyar sobre las personas, pues son nuestros compañeros en el viaje del que también depende nuestro éxito. Pone el ejemplo que gente que desconocía del todo en Europa podía terminar siendo amistades, personas que lo albergaron por ser un conocido de un familiar y que terminaron despidiéndose de él con emotividad. “Trata a los demás como si supieran más que tú” es una de sus frases para mejorar el carisma y hacer amigos inintencionadamente, aquellos que lo reciben de manos abiertas en cualquier lugar del mundo.
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Diego nos enseña a ser conscientes de nuestra propia fortaleza y motivarnos a salir adelante. Recuerda el poder del pensamiento y la relevancia de la acción, apreciando cada gota de sudor, cada paso que cueste dar, cada esfuerzo y sacrificio que te lleven un poquito más hacia donde quieras estar, esa es la mejor batalla que puedas pelear. “Trabaja duro siempre por la derecha y, con la ayuda de Dios, conseguirás todo lo que te propongas” Agradecemos a Diego Paladines por su ejemplo de superación personal y pensamientos que inspiran a moverse y pelear por nuestros sueños.