Del trabajo a la u, de la u al campo-Historia Heidy Cancán
“En mi comunidad me preguntan cómo lo hago”

Ahí están, sentados a nuestro lado o en la misma aula en la que recibimos clases. Todos hemos tenido compañeros que trabajan para pagarse los gastos de la universidad, muchos de ellos con historias fascinantes y realidades retadoras. Heidy es una lideresa juvenil y estudiante de la carrera de comunicación en la Universidad Técnica del Norte. Va del trabajo a la u, de la u al campo y viceversa. Nos cuenta que no es fácil balancearlo todo, pero si uno se lo propone lo puede alcanzar.
“Yo vengo de una comunidad rural” de la parroquia Angochagua, comunidad La Rinconada del pueblo kichwa Caranqui, dice Heidy con la cabeza en alto, pues todos saben que es una mujer orgullosamente indígena. Es lideresa juvenil en la Federación de Organizaciones Comunitarias Imbabura y Pichincha, como presidenta a nivel cantón Ibarra y vicepresidenta a nivel provincia Imbabura. ¿Cómo lleva todas sus responsabilidades y ser estudiante al mismo tiempo?
Muchos jóvenes provenientes de zonas rurales se encuentran con diversas limitaciones al momento de estudiar una carrera universitaria. “De lunes a viernes ayudo a mi madre en las labores agrícolas”, los mismos días en los que estudia, Heidy también se ocupa del trabajo en el campo con su mamá. La ayuda a labrar la tierra, cuidar los animales, darles de comer, entre otras ocupaciones. En la tarde toma clases hasta las 8pm, ya caída la noche. Los transportes desde Angochagua a la universidad se demoran dos horas entre salir de la comunidad hasta la vía principal, por lo que a penas almuerza, Heidy debe salir de su casa, para volver alrededor de las 10pm para hace tarea hasta la madrugada.
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La rutina de los fines de semana es un poco diferente. Heidy se levanta a golpe de las 5am, con todo y el achachay va directo a su trabajo en una panadería. Se queda hasta las 10pm. “Al ser cuatro hermanos, es una ayuda grande para mis papás”, pues entre panes y pasteles, Heidy se paga los gastos universitarios. Llega a casa a hacer deberes hasta la madrugada, para ella los días más cansados de la semana son esos. ¿Y la ONG? Sustituye las mañanas con su madre en el caso de tener que cubrir una responsabilidad por su presidencia en el FOCI.
Tras de tener una rutina muy medida, Heidy sigue con la curiosidad despierta. Se encuentra en una etapa de investigación especializada para conocer más de sus raíces indígenas, del pueblo Caranqui. La cultura le apasiona y se explaya al momento de contarte sobre su lugar de origen, sus costumbres, fiestas, valores y más. Son muchas ocupaciones, desde los 15 años conoce el trabajo. Si le preguntas cómo lo balancea, te responde que “hay tiempo para todo” y las prioridades siempre resultan bien desde el amor y la pasión con la que uno las realice.
Estar en sus zapatos, o mejor dicho en sus alpargatas, no es cosa fácil. Desde el constante cuestionamiento de los mayores hacia sus cargos en la ONG, los tabúes que se dan entorno al estudio universitario en la comunidad y la discriminación que aún se encuentran en las calles, Heidy reconoce que puede llegar a ser difícil, pero no imposible.
En la comunidad hay pensamientos que a Heidy le gustaría cambiar. Muchos padres creen que sus hijas, por ser mujeres, no deberían ir a la universidad. Otro caso dado es que no hay apoyo emocional, ni se orientan las vocaciones en los pueblos indígenas, muchos jóvenes desconocen su derecho al acceso a educación gratuita. Varias veces llegan a su casa a preguntarle cómo lo hizo, demostrando que hace falta información, charlas o socialización que brinden oportunidades a todos para decidir estudiar en la universidad.

Fuera de la comunidad debemos llevar nuestra cultura en alto. “Al entrar uno con su anaco es complejo sentirse aceptada” son algunos de los obstáculos de presentarse como una mujer indígena en los espacios públicos, más citadinos. Al ir a un evento de gala, muchas personas juzgan a indígenas que llevan su anaco o su poncho cuando ellos están con traje. La presión por ponerse ropa occidental y pasar desapercibida en la calle sigue ahí, pero Heidy no le hace caso.
Si el sentimiento de amar a tu comunidad hablara, sin duda lo haría a través de la voz de Heidy. Le gusta hablar con los abuelitos, investigar sus raíces, sus tradiciones, visitar lugares que le hagan reconectar con quienes son como pueblo, de donde llegaron y sin duda motivarse para llegar a ser quienes deseen ser, siempre con su anaco a donde vaya. Entre los que más le gusta del campo son sus paisajes, que ha sido reconocido internacionalmente como uno los más bellos.
Desde su puesto como lideresa trata de impulsar aún más el turismo y explorar, a través de proyectos, el potencial que tiene la comuna que la vio nacer. Al principio muchos pueden emocionarse con las ideas frescas de un joven, pero al ver que adultos, incluso autoridades, la desacreditaban por su edad, Heidy se sentía sola y expresa que en ese bajón tuvo que encontrar la fuerza para salir adelante sin dejarse acomplejar. “Eso toca cuando eres líder, pues eres la voz de todos”.

Heidi nos recuerda que no nos desanimemos y llevemos nuestra cultura por delante. Nos recuerda personas como Dolores Cacuango o Tránsito Amaguaña que, con sus adversidades, llevaron su voz y lucha a la victoria. Todas las mujeres indígenas pueden liderar y alzar su voz para ofrecer cambios por el bien de sus comunidades.
Agradecemos a Heidy por mostrar su empatía y liderazgo, que son de admirar. Si deseas contactarte con ella, puedes hacerlo al número +593 98 097 2689.