Salud Post 30´s

Hay cosas que uno no espera que pasen tan pronto. Que la espalda truene al levantarte del sofá. Que el sueño ya no recupere como antes. Que las resacas duren más que el evento que las causó. Bienvenidos a los años después de los 30, esa etapa curiosa en la que uno sigue sintiéndose joven, pero el cuerpo empieza a enviar señales… y no precisamente sutiles.

Muchos se preguntan si de verdad el cuerpo se vuelve más flojo o simplemente uno se descuida. Y aunque hay una mezcla de ambos factores, la respuesta más honesta es esta: el cuerpo empieza a cobrar las deudas que uno acumuló sin darse cuenta. En los veintes, la vida era una fiesta continua. Comidas rápidas, cero rutinas, dormir mal, vivir al límite. Pero el cuerpo, aunque noble, no es eterno. Lo que antes aguantaba sin protestar, ahora comienza a pasar factura.


El peligro de lo que no se siente

No se trata solo de dolor de espalda o fatiga. Hay un enemigo silencioso que se cuela sin pedir permiso: las enfermedades que no avisan. Hipertensión, colesterol alto, hígado graso, resistencia a la insulina… todas pueden estar presentes sin mostrar un solo síntoma visible. Y cuando uno por fin va al médico, lo que pensabas que era “cansancio normal” ya tiene nombre, apellido y tratamiento.

Por eso, a esta edad, hacerse chequeos no es paranoia. Es prevención. Es sentido común. Y es también respeto por ese cuerpo que te lleva y te sostiene cada día.

¿Quién se cuida más?

Aunque no nos guste aceptarlo, las mujeres suelen tomar la delantera en temas de salud. Van al médico, se hacen exámenes, se informan, preguntan. Los hombres, en cambio, tienden a ignorar las señales, minimizarlas o reírse del asunto. El clásico “a mí no me pasa nada” es más común de lo que debería ser. Pero la salud no premia al valiente que aguanta: premia al que se cuida.

Spoiler: probablemente no es tu riñón

Uno de los errores más comunes después de los 30 es confundir cualquier dolor de espalda con “dolor de riñón”. ¿La verdad? La mayoría de las veces es la columna protestando por horas de sedentarismo, malas posturas o músculos débiles. El dolor renal real no cambia con el movimiento y suele venir acompañado de otros síntomas. Así que, antes de diagnosticarte con Google, conviene escuchar a un profesional.



La factura de los veintes

Una verdad incómoda pero importante: sí, el cuerpo guarda memoria. Las trasnochadas, el estrés mal manejado, los excesos alimenticios, el cigarro que “era ocasional”, el gimnasio que nunca pisaste… todo eso se acumula. Pero tampoco se trata de arrepentirse: se trata de empezar a compensar. Porque, así como el cuerpo guarda lo malo, también responde positivamente cuando lo tratas bien.

¿Y si existiera una pastilla mágica?

Imagina una cápsula que prevenga el desgaste físico típico de esta etapa. ¿Qué tendría? Movimiento diario, sueño reparador, alimentación real (esa que viene sin etiquetas), menos azúcar, más agua, menos pantallas, más descanso. Y un ingrediente esencial: humor y paciencia. Porque tomarse la vida tan en serio también enferma.

Flojera: el mal del siglo

Hay una verdad dura: el sedentarismo está detrás de muchos de nuestros males actuales. Lo que llamas “dolor”, “rigidez”, “agotamiento” o “cansancio mental” muchas veces es simplemente falta de movimiento. No se trata de correr maratones. Se trata de caminar, estirarte, moverte al menos 30 minutos al día. No por estética: por salud funcional.

Los chequeos que no deberías postergar

Si ya pasaste los 30, esta es tu lista mínima:

  • Glucosa en sangre
  • Perfil lipídico (colesterol, triglicéridos)
  • Presión arterial
  • Función renal y hepática
  • Examen de tiroides
  • Mujeres: Papanicolau y ecografía mamaria
  • Hombres: control prostático a partir de los 40 o antes si hay antecedentes

Y no, no es mucho. Es lo mínimo para saber dónde estás parado.

Un consejo para envejecer con estilo

Si solo pudieras hacer una cosa para llegar a los 40 con energía, salud y dignidad, sería esta: escucha a tu cuerpo como escuchas a tus amigos en WhatsApp. Todos los días, con atención, y sin dejarlo en visto. Tu cuerpo habla. A veces susurra. A veces grita. Y si aprendes a escucharlo ahora, te vas a evitar muchos gritos más adelante.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Andú Radio – Irreverente como tú

clic en la imagen para escuchar nuestra radio

Sponsors