Ayudando a sanar con la psicología – Historia de Vero

“En 15 años volví a sentir el aire en las manos”

Los problemas humanos son complicados, difíciles de tocar y una lucha constante para sanar. Cada consulta es una batalla, cada palabra un aliento y la simple presencia una victoria. En el consultorio de Vero, día a día se cuentan historias de superación personal, de personas valientes que, con ayuda de la psicología, desenredan sus dolores para tejer una nueva narrativa en su vida.

Verónica León Ron es una psicóloga infantil y psicoterapeuta de 40 años, tiene su propio centro de ayuda psicológica con colegas profesionales llamado ‘Adiz’. Lleva más de 15 años ejerciendo la terapia psicológica, además de la docencia en la Universidad Técnica del Norte, apoyando emocionalmente a gran cantidad de personas. Nos cuenta que desde el inicio la carrera tuvo un impacto en su vida.

Muy pronto, a Vero le interesaron las humanidades. Entró en la carrera de psicología con curiosidad e interés por el tema del autismo, que por sorpresa fue diagnosticada con tal… Las dificultades se vieron venir. Muchas personas creían que por su diagnóstico no podría generar empatía con las personas, pues con esta condición se supone es difícil conectar con los demás a nivel emocional. A pesar de eso, Vero estaba segura de que su pasión era compartir con sus pacientes y apoyarlos en sus problemas, claro que podía sentir empatía y ejercer la profesión desde la psicoterapia.

Los psicólogos trabajan con la parte más frágil del humano, con su identidad. Vero les explica a los consultantes que la mente es como tener una mesa con muchas cosas que nos sirvieron para sobrellevar la vida, y otras muchas que en cambio nos pueden limitar y darnos infelicidad. El proceso de terapia sugiere quitarlo todo de la mesa, incluso desarmarla y volver a iniciar.

Lo que más le gusta es sentirse compañía del paciente, que puede sostener a alguien; sin embargo, le gusta mucho más cuando se va, pues significa que puede apoyarse en sí mismo. Cuando un consultante ya no necesita de más terapia se llama proceso de cierre. Vero nos cuenta que se realiza una dinámica de hacer una carta al yo que llegó a la consulta. “En 15 años volví a sentir el aire en las manos” decía una paciente. Otra le explicó que el proceso fue como tener un hijo, cada sesión se sentía como cantarle para que este crezca, amar quien fue, quien es y quien será.

“Gracias por ser el vaso que alimentó mis raíces”

Hay experiencias que impactan a quien las acompaña. Vero explica que cada proceso te deja deconstruido, pues cada persona es un mundo. Recuerda mucho a una paciente dibujante, que en lugar de hacer una carta de cierre de proceso hizo el dibujo de un gran ceibo, con ramas largas e imponente altura, y que en una de sus raíces se conectaba con un vaso. “Gracias por ser el vaso que alimentó mis raíces”. El ceibo tenía mucha importancia para la vida de esta paciente y que haya realizado ese cuadro la conmovió profundamente.

No cualquiera puede dar terapia y no cualquier psicólogo puede ayudar en tu caso. Vero cuenta con una acreditación para la psicoterapia sobre temas de ansiedad, depresión y trastornos de la personalidad. Nos dice que cada terapeuta debe estar capacitado, supervisado y acreditado para ofrecer servicios terapéuticos. Son medidas éticas.

A pesar de creerlos perfectos, los psicólogos pueden cometer errores de los que aprenderán para el futuro. Otra experiencia fuerte fue cuando Vero recibió un caso de violencia intrafamiliar, cuando era practicante. Llegó una niña con las manos quemadas porque su madre se las puso al fuego. “Me mandaron acá porque tu me vas a curar mis manitos” le decía la infanta. Ante el hostil caso, Vero erró en juzgar a la mamá por su actuar. Cuando la recibió después de la niña todo cambió.

La madre le contó su historia y Vero sintió vergüenza de sí misma por juzgarla… La mujer vivía en un sector muy pobre, en una casa pequeña gracias a fundaciones de vivienda. Era la cabeza de hogar de nueve: siete hijos suyos, su madre y ella misma. La mayoría de sus hijos eran resultado de la violación de su padre y de otras personas, solo uno era mediante relación consentida. Se ganaba la vida lavando ajeno, un kilo de ropa lo cobraba en 0,30 centavos. La nena del caso tomó 10 dólares de su mamá y se los gasto en chicles, mismos 10 dólares que serían alimento de su familia para una semana y que le costó una cantidad de esfuerzo brutal. La madre quiso reprenderla poniéndole las manos al fuego para que sienta el calor, pero disoció y no pudo limitarse. Se lo contó mientras lloraba desconsoladamente pues tanta desesperación, el miedo porque la hija se vuelva delincuente, la frustración, el cansancio y tantos años de maltrato la llevaron a actuar como lo hizo. Vero manifiesta que aprendió de ese error, pues todos merecen que escuchen su lado de la historia.

“Me mandaron acá porque tu me vas a curar mis manitos”

La psicología puede ser un camino que requiere valentía tomar. Vero aconseja que si quieres intentarlo tienes que abrazar el caos y la posibilidad de constante cambio, pues en esta profesión uno se “desbarata y compone” muy seguido, pero la satisfacción de ayudar a las personas con situaciones que no pueden contener es muy grande, pues todos valemos la pena por ser escuchados, todos merecemos una oportunidad de sanar.

Agradecemos a Verónica León Ron por compartirnos su historia y su profesión que conversa con lo más intimo de los seres humanos. Si deseas contactarte para una consulta, puedes hacerlo al número +593 98 371 9908.

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